Autor: Markus Zusak
Editorial: DeBolsillo
Páginas: 544
SINOPSIS
Érase una vez un pueblo donde las noches eran largas y la muerte contaba su propia historia. En el pueblo vivía una niña que quería leer, un hombre que tocaba el acordeón y un joven judío que escribía bellos cuentos para escapar del horror de la guerra.
Al cabo de un tiempo, la niña se conviertió en una ladrona que robaba libros y regalaba palabras.
Con estas palabras se escribió una historia hermosa y cruel que ahora ya es una novela inolvidable.
MI OPINIÓN
La
historia de este libro transcurre en un pueblo de Munich, Molching,
donde las diferencias sociales están divididas por barrios, el de
los pobres, ricos y el de los judíos.
Este
libro nos explica como vivían los habitantes de un barrio pobre,
Himmelstrasse, durante la Segunda Guerra Mundial, en la Alemania nazi
y con Hitler al mando.
Lo
que más me gusta del libro es que la muerte no para de acechar a los
personajes, por eso, ella es la que nos narra la historia, a veces le
cuesta llevarse las almas de algunas personas, por entonces tenía
mucho trabajo, y aunque no parezca verdad se presenta muchas veces
con tristeza y pena por realizar su trabajo, porque ella también
tiene sentimientos, a veces nos adelanta acontecimientos, sobre todo
al final, porque es la sombra de todos y no pasa nada por alto.
Todos
los personajes son importantes, no podríamos quitar a ninguno, para
entender el miedo que tienen constantemente, algunos porque tienen
muy poco para comer, y otros porque los discriminan, rechazan...
Los
dos protagonistas son: Liesel Meminger, de 9 años, alemana, y
esquelética, y Max Vanderburg, de 24 años, judío, y que vive en el
sótano de la casa de Liesel, escondido.
Mis
personajes favoritos son: Liesel, y Hans Hubermann, su padre de
acogida, es muy bueno y paciente con ella, ya que es quién le enseña
a leer y a escribir antes que en la escuela.
Los
primeros capítulos son un poco difíciles de entender, porque la
muerte nos va contando hechos que sucederán más tarde, con
personajes menos importantes, pero sus historias son necesarias para
que la historia tenga sentido, y además, la mayoría de estos hechos
le van quitando la seriedad al libro.
El
capítulo que más me gusta es en el que Max, el judío, inventa una
especie de cuento en el que le intenta explicar a Liesel cómo las
palabras pueden cambiar a las personas, al mundo, cómo pueden
plantarse como una semilla en el corazón de alguien bueno, brotar y
hacerse un árbol tan grande que nadie puede derribar, “El árbol
de las palabras”.
El
judío escribía historias, Liesel las leía, y regalaba palabras en
los sótanos, en plenos bombardeos.
“A los protagonistas les bastan unas hojas en blanco, unos lápices, ideas en la cabeza y encajarlas como si fuera un puzle para poder inventar una valiosa historia para todos los que necesiten escuchar, leer, o mirar unos dibujos para pensar en otra cosa u olvidar momentos desagradables”.
Muerte.
“Toda mi vida he tenido miedo de los hombres que me vigilaban, aunque supongo que el primero que me vigiló fue mi padre, después un amigo, una niña en un sótano, mi mejor vigilante”.Max.
“He odiado las palabras y las he amado, y espero haber estado a su altura”.
Liesel.
PUNTUACIÓN
4'5/5
Es una buena historia.